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Beber del costado abierto: el amor que sana el alma

Vivimos rodeados de abundancia, pero muchas veces sentimos vacío. Tenemos a la mano miles de opciones para “llenarnos”: redes sociales, entretenimiento, relaciones fugaces, logros profesionales o el más reciente teléfono. Pero tras cada novedad, vuelve la sed. No es una metáfora poética: es una sensación real de sequedad interior, una búsqueda incesante de algo que no encontramos.

El Papa Francisco, en su encíclica Dilexit Nos, nos recuerda que esa sed es tan antigua como el corazón humano. Desde el desierto del Éxodo hasta nuestros días, el pueblo de Dios —es decir, todos nosotros— ha caminado bajo el sol ardiente de la falta de sentido, esperando el agua que da vida. Los profetas hablaron de manantiales que purifican y devuelven la plenitud, y los cristianos creemos que esa fuente se abrió en el costado traspasado de Cristo.

Personas y camellos avanzan por un paisaje desértico al atardecer, bajo un cielo claro, evocando la búsqueda de vida y sentido en medio del desierto.

Un corazón traspasado, una fuente abierta

Francisco dice que del corazón de Jesús brota el agua viva del Espíritu. En ese gesto —el costado herido— se concentra todo el amor de Dios. Es el mismo amor que los profetas describieron: fiel, tierno, inquebrantable, incluso cuando el pueblo se alejaba. Un amor que no se cansa, que no exige perfección, sino apertura.

Esa fuente no está en los templos de piedra ni en los rituales vacíos: está en Cristo mismo. “El que tenga sed, venga a mí y beba”, grita Jesús en el Evangelio de Juan (7,37). Y en un mundo que ofrece mil bebidas pero ninguna agua viva, su voz sigue siendo actual.

Representación del Sagrado Corazón de Jesús, rodeado de luz y ángeles, símbolo del amor divino que brota del costado traspasado de Cristo.

La sed de hoy

Hoy la sed adopta rostros distintos:

  • Sed de reconocimiento. Muchos viven pendientes del número de “me gusta” o del aplauso ajeno. Pero, aunque lleguen los likes, el corazón sigue inquieto.

  • Sed de sentido. A pesar de los avances tecnológicos, millones luchan con la ansiedad, la depresión o la sensación de que nada tiene propósito.

  • Sed de amor real. En una era hiperconectada, estamos más solos que nunca. Las relaciones rápidas no calman la necesidad de ser vistos y amados de verdad.

Mujer joven bebe agua mientras mira su teléfono móvil, símbolo de cómo en la vida moderna intentamos saciar nuestra sed interior con lo superficial y pasajero.

Intentamos apagar esa sed con distracciones, consumo, éxito o placer, pero el alma sigue reseca. Lo que el Papa propone no es moralismo ni culpa, sino una invitación: mirar al Traspasado, volver a la fuente que no engaña.

(Tal vez te interese leer: Las familias tienen sed: Reflexión sobre la quinta palabra de Jesús en la cruz.)

Beber del costado abierto

Beber del costado abierto significa dejar que el amor de Cristo entre donde más duele: en las heridas, en los vacíos, en las frustraciones. No es un gesto mágico, sino una relación viva. Es orar, servir, perdonar, escuchar. Es dejar que ese amor transforme el desierto en manantial.

Podríamos decirlo así: quien se deja amar por Cristo, deja de mendigar afectos en cada esquina. Porque cuando el corazón bebe del Amor verdadero, ya no necesita competir, presumir ni huir.

Pintura religiosa que representa a Cristo abrazando a un alma creyente, rodeado de ángeles y luz divina, símbolo del amor redentor que brota de su corazón.

El agua que sana todo

Francisco cita el Apocalipsis: “Que venga el que tiene sed, y que beba gratuitamente del agua de la vida” (Ap 22,17). Es una invitación eterna, abierta a todos. En un mundo donde todo se vende y nada se regala, Cristo ofrece lo más esencial sin precio: su amor.

Y esa agua no solo calma, sino que purifica. Purifica la amargura, el rencor, la desesperanza. Es como ese torrente del que hablaba Ezequiel: donde llega, hay vida.

Representación de Jesús dialogando con la mujer samaritana junto al pozo, símbolo del encuentro personal con Cristo que sacia la sed más profunda del alma.

Si sientes esas sed, detente, mira al cielo, y dile a Cristo, con toda honestidad:

“Tengo sed.”

Porque solo quien reconoce su sed puede finalmente beber del agua viva.

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Esta es la 6ta de una serie de reflexiones sobre la Encíclica Dilexit Nos (92 - 101), del Papa Francisco, el último texto que nos dejó el Santo Padre antes de su pascua eterna. Acá abajo te dejo las otras:

Si llegaste hasta acá, tal vez te interese este video:

"Un mensaje para ti, que sientes que Dios no te escucha".



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