¿Alguna vez has sentido que no eres importante? ¿Que no eres amado? ¿Qué lo que haces no es suficiente para captar la atención de los demás?
Yo, al igual que tú, también me sentí así en algún momento de la vida. Pero todo cambió cuando sentí la poderosa mirada de Jesús. Una mirada que no estaba ahí para juzgarme (como muchos lo quieren hacer ver), sino para amarme. Jesús me miró y me amó. Y de la misma manera, te quiere mirar y amar.
Es increíblemente alto (para mí) el número de veces que los evangelios dicen "Jesús lo miró" o expresiones similares. Es decir... ¿No era normal que si Jesús iba a interactuar con alguien, lo mirara? ¿Por qué era esto tan especial como para dejarlo por escrito?
Hoy entiendo que esa mirada de Jesús no era una mirada "normal". La mirada de Jesús ama, sondea, conoce, intriga, llama, consuela. La mirada de Jesús, cambia la vida para siempre.
Cuando nos parece que todos nos ignoran, que a nadie le interesa lo que nos pasa, que no tenemos importancia para nadie, él nos está prestando atención. (Dilexit Nos, 40)
¡Qué poderosa es la mirada de Jesús!
Hace un tiempo vi un estado en Facebook que decía: Creo firmemente que, con mis ocurrencias, he hecho reír a Diosito al menos una vez. Y puede que así sea, jejejej. Él es capaz de reconocer cada buena intención que tengas, cada pequeño acto bueno que realices.
Así lo hizo con la viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre. (Lc 21,2). Y así lo hace cuando das desinteresadamente, cuando oras, cuando tienes actos de bondad, cuando te esfuerzas para pasar un examen, cuando haces tu trabajo con dedicación, cuando alimentas a tu bebé, cuando le das de tu almuerzo a un amigo, cuando abrasas, cuando escuchas, cuando das un consejo. ¡Jesús te ve y te ama!
Qué hermoso es saber que si los demás ignoran nuestras buenas intenciones o las cosas positivas que podamos hacer, a Jesús no se le escapan, y hasta se admira.
Un testimonio
Hermano, hermana, déjate mirar por Jesús. Deja que su mirada te alcance.
En tu próxima oración dile. Jesús, mírame. Y enséñame a mirar a otros, con el mismo amor con el que tú me ves.
Amén.
-------------------------
Este artículo está basado en mis reflexiones personales luego de leer la Encíclica Dilexit Nos, del Papa Francisco. Especialmente los numerales 39 al 42.
En este mismo blog ya publiqué 4 artículos más sobre esta Encíclica:
Excelente reflexion
ResponderBorrar