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Dios quiere que te embriagues... del Espíritu Santo: una reflexión sobre la sobria embriaguez espiritual.

 San Ambrosio escribió en el siglo IV:

"Laeti bibamus sobriam profusionem Spiritus"

Esta es una frase que, en palabras del Papa Pablo VI y del Cardenal Raniero Cantalamesa, marca la ruta, el itinerario o el lema que debe guiar a la Renovación Carismática y a todos los católicos que buscan vivir en el Espíritu. 

¿Pero qué traduce? Bueno, en español castizo podríamos decir que DIOS QUIERE QUE NOS EMBRIAGUEMOS. Pero antes que saques la antorcha y me acuses de hereje, déjame profundizar más en esta idea.

Copa de vino tinto siendo servida al atardecer, símbolo de la abundancia del Espíritu Santo

Miremos primero una traducción literal de esta frase, para comenzar a profundizar luego, en su significado más profundo: 

  • laeti: con alegría
  • bibamus: bebamos
  • sobriam: bien definida y moderada (siguiendo a San Pablo, debemos entender la sobriedad más allá de su concepción tradicional, y asociarla a las virtudes de la humildad, caridad y castidad).
  • profusionem Spiritus: la abundancia del Espíritu
¡Bebamos con alegría la sobria embriaguez del Espíritu Santo!

Ahora bien, para entender mejor lo que Dios quiso decirnos al poner estas palabras en el corazón del Papa Pablo VI, debemos ir a la fuente de la que él mismo bebió. La fuente de los padres de la Iglesia (entre los que estaba el mismo Ambrosio).

La sobria embriaguez en la tradición de la Iglesia

Como veremos, no en pocas ocasiones, estos hablan de la "sobria embriaguez" (nefálios méthe - νηφάλιοςen Μέθη | en griego):

Representación artística de san Cirilo de Jerusalén, san Ambrosio de Milán y san Agustín de Hipona, tres Padres de la Iglesia que enseñaron sobre la vida en el Espíritu

Cirilo de Jerusalem, en el año 348, enseñaba que la sobria embriaguez hace morir al pecado y vivifica el corazón, no te hace olvidar como la embriaguez material, sino por el contrario, te da el conocimiento de lo que antes ignoraba. Es estar ebrio por haber bebido del vino de aquella vida espiritual que dice: "yo soy la vid y vosotros los sarmientos" Juan 15, 5. (Catequesis XVII, 19)

San Ambrosio, que hemos citado antes, tiene otra alusión a este idea, hablándole no a expertos, sino a cristianos recién conversos, les dice: "Todo el que se emborracha con vino se tambalea; pero el que se embriaga del Espíritu Santo está enraizado en Cristo." (De Sacramentis, V, 3, 17; SC 25, p. 92) 

San Agustín, es otro padre de la Iglesia que nos acompaña a entender lo que significa esta sobria embriaguez. Estas son algunas de las ideas que nos da:

"El Espíritu Santo ha venido a habitar en ustedes... es un huesped bueno: los ha encontrado vacíos y los ha llenado, los ha encontrado hambrientos y los ha saciado, los ha encontrado sedientos y los ha embriagado... ¿El que se regocija en el Señor y le canta con gran emoción no se asemeja acaso al que está ebrio? Me agrada esta embriaguez... El Espíritu de Dios es bebida y es luz" (Sermo 225; PL 38, 1098)

San Agustín no solo describe una experiencia, nos invita a anhelarla.

Como vemos, en aquel tiempo, esta no era una experiencia reservada a unos pocos místicos o privilegiados. Todos los bautizados vivían esta viva en el Espíritu, esta sobria embriaguez. Se vivía un cristianismo carismático que sabe que la Gracia es el comienzo de la Gloria y que, por lo mismo, hace posible desde ahora, una experiencia directa de Dios. ¡La Iglesia vivía de Pentecostés en Pentecostés! 

Este es el llamado: ¡Hagamos revivir en el cristianismo de hoy una experiencia de entusiasmo espiritual, semejante a la que hizo del siglo IV "el siglo de oro" de la fe", un entusiasmo basado en la cruz y que se nutre de la cruz y que nos exige, como lo digimos antes, humildad, caridad fraterna y pureza.

¿Cómo vivir hoy la sobria embriaguez?

Ilustración de Pentecostés con siluetas de los apóstoles y lenguas de fuego sobre sus cabezas, bajo una paloma brillante que simboliza al Espíritu Santo

A este punto quiero hacer una reflexión que no es del Cardenal Cantalamesa sino mia:

¿Has visto a un borracho moderarse por respeto a quien tiene al lado? Generalmente no. Su estado lo desborda, sin filtros ni cálculo. Así también, quienes han probado la sobria embriaguez del Espíritu a veces se cohiben por temor al qué dirán. Pero el Espíritu no es para esconderlo: es para irradiarlo sin pena, sin miedo, al contrario, contagiando a los demás con una forma de vivir el cristianismo que sea carismática, coherente y profundamente libre en el Espíritu.

"Nadie enciende una lámpara para esconderla o taparla con un cajón, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la claridad." Lucas 11, 33. 

Y ojo, aunque a este punto creo que debe quedar claro que esta embriaguez, esta sobria embriaguez no es un sentimentalismo, sino un camino y una experiencia que nos cristifica, quiero profundizar en el testimonio de un gran Santo que lo entendió mejor que nosotros: 

San Ignacio de Antioquía, antes de morir le pedía a sus hermanos que no hicieran nada para impedir su martirio: "Mis ansias terrenas han sido crucificadas; ya no está en mí el incentivo de las cosas materiales. El agua viva que habla dentro de mí, me dice: ¡Ven al Padre!". Esto parece locura, y lo es, para quien no ha vivido la vida en el Espíritu. 

Si queremos entonces ser discípulos de Cristo, ser verdaderos renovados y vivir esta sobria embriaguez, debemos estar dispuestos a sobrellevar, con la asistencia de Dios, estas exigencias:

  • Testimonio, de palabra y de acto, anunciar a un Cristo vivo que sana,  que salva y que nos da de beber. 
  • Humildad, para entender que todo cuanto recibimos viene de Dios, que nada es obra nuestra. 
  • La caridad fraterna, que nos vuelque a nuestros hermanos, en verdadero servicio y verdadero amor, participando activamente en la misión de la Iglesia. 

“No os embriaguéis con vino, que lleva al desenfreno; más bien, llenaos del Espíritu.” (Efesios 5,18)

¡Bebamos con alegría la sobria embriaguez del Espíritu Santo!

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Artículo inspirado en el capítulo 1 "LA SOBRIA EMBRIAGUEZ DEL ESPÍRITU, UN ESTUSIASMO BASADO EN LA CRUZ", del libro RENOVARSE EN EL ESPÍRITU, del hoy Cardenal Raniero Cantalamessa. 

Si quieres seguir profundizando en la Vida en el Espíritu, te comparto estos otros 2 artículos:



Si llegaste hasta acá, te comparto este video que te puede iluminar para conocer más del Espíritu Santo:



Mi oración contigo.


Comentarios

  1. Muy buen Artículo, hermano, solo el Espíritu Santo es capaz de intimar en nuestras almas y dejarnos totalmente embriagados de su perfecto y eterno amor, El Espíritu Santo nos acerca a la presencia de Dios y nos concede las delicias celestiales en la persona de Cristo

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