Hoy quiero reflexionar un poco acerca del miedo, esa realidad que todos
hemos vivido y experimentado alguna vez. A veces leve, a veces paralizante, a
veces justificado y a veces irracional. El
miedo ha hecho, hace y hará parte de nuestras vidas. ¿Es esto malo en
nuestro caminar de fe?
El miedo en sí mismo no es malo. Podríamos decir que, en muchos casos, es
un mecanismo natural de auto-preservación. El cuerpo y la mente sienten
peligro, entonces el miedo se activa para hacernos huir o detenernos, evitando
así que pongamos en riesgo nuestra vida.
El verdadero problema es cuando el miedo no se activa para proteger nuestra
vida, sino que, por el contrario, lo que hace es impedirnos vivir.
Es ese miedo que te ata, que no te deja ser generoso, que no te deja dar más
de ti, servir, ayudar en tu casa, expresarte, decir tus ideas o expresar tu
inconformismo. Es el miedo al qué dirán, o el miedo a ser rechazado, es el
miedo a salir de ti mismo para darte a los demás.
Un ejemplo perfecto de este tipo de miedo lo vemos en el siguiente pasaje
del evangelio de San Mateo:
“Nacido
Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del
Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los
judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a
adorarle.» En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Entonces
Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la
aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad
cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir
también yo a adorarle.» Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes,
se retiraron a su país por otro camino. Entonces Herodes, al ver que había sido
burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los
niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que
había precisado por los magos”.
-
Mateo
2, 1-3.7-8.12.16
Los sabios de oriente llegan a anunciarle a Herodes que están buscando un
rey. ¿Cuál es la reacción de Herodes? Se llena de miedo. Ve en peligro su
reinado, su mundo, su poder y sus pertenencias ante un niño que acababa de
nacer. Y es que definitivamente,
mientras tengamos apegos, como los tenía Herodes, siempre habrá miedo en
nuestra vida.
Por encima de todo esto, hoy Jesús te dice esas palabras que repitió tantas
veces en los evangelios:
NO TENGAS MIEDO PORQUE YO ESTOY CONTIGO.
Este llamado de Jesús a una vida sin miedo no es un llamado a vivir
desconectados de la realidad, a desconocer los peligros. Ni más faltaba que
Jesús fuera así de irresponsable. El llamado de Jesús es a afrontar la vida con
confianza, con fe y esperanza, confiando en que, como él mismo nos lo afirma,
nunca nos va a abandonar. Es un llamado
a soltar nuestras falsas certezas y esperanzas para agarrarnos a la única
certeza que debemos tener en este mundo: el inmenso amor de Dios.
Cuando entendemos la revelación de Jesús, de un Dios que entiende nuestra
realidad, que se hizo hombre y venció la muerte, haciéndonos coherederos del
Reino; entonces aprendemos a vivir sin miedo, a darnos generosamente por amor y
a seguir la voluntad del Padre: amar
hasta el extremo.
Hoy Jesús quiere entrar en
tu vida a pesar de tu
historia, de tu temperamento, de tus defectos; con el único objetivo de
despojarte de todo miedo y ayudarte a vivir en plenitud. Cuando lo dejas
entrar, Jesucristo va tomando forma y haciéndose carne en tu vida, te llena de
una nueva luz que te convierte en la
estrella que anuncia un nuevo nacimiento. Una nueva luz para el mundo. Un
punto de referencia para quienes caminan en la oscuridad.
No te confundas, tu brillo nunca será igual que el de tus hermanos, ya que
ninguna estrella es igual a la otra. No se trata de brillar como brillan los
otros, se trata de dejar que Jesús, a
través de su Espíritu Santo logre sacar el brillo que ya hay en ti. Los
resentimientos apagan tu luz, no te dejan brillar, pero cuando perdonas y vives
en paz, sin miedo, entonces brillas como estrella con tu luz personal.
Confía en Jesús y deja que
se lleve tus miedos, tus apegos, tus inseguridades; para que comiences a vivir
en plenitud, brillando como estrella que guíe a otros a Jesús.
Mi oración
contigo.
*Entrada inspirada en la homilía
de Monseñor José Roberto Ospina, Obispo de la Diócesis de Buga, durante el
XXXVIII Congreso Nacional de Jóvenes de la RCC de Colombia. 5 de enero de 2020.


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