En
la entrada anterior de este blog, te hablé un poco sobre los motivos que tenemos para estar agradecidos con Dios, invitándote
a poner a Dios en el centro de tu vida, a convertirlo en tu todo y en fuente de
tu esperanza. Pero, entiendo que es posible que en este momento no te sientas bendecido
por Dios, aun cuando Él te haya dado infinitas muestras de su amor.
¿Es
este tu caso? ¿Estas viviendo sin esperanzas? ¿Sientes que la vida se te está yendo de las manos?
Esto
que puedes estar sintiendo no te hace un mal hijo de Dios, ni te hace un
pecador. Como lo vemos en la palabra, el mismo pueblo de Israel muchas veces se
sintió así:
“Entonces
me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan
diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza,
todo ha acabado para nosotros”
- Ezequiel 37, 11.
Lo
malo aquí, sería que no hicieras nada para salir de esta situación, pero ¿qué
podemos hacer para lograrlo? La respuesta también la encontramos en este mismo
pasaje, unos versículos más atrás:
“Entonces
me dijo: «Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la
palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh a estos huesos: He aquí que yo voy
a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis. Os cubriré de nervios, haré
crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu y
viviréis; y sabréis que yo soy Yahveh”
- Ezequiel 37, 4-6.
La respuesta es la PALABRA DE DIOS y
su ESPÍRITU SANTO. Por medio de ellos, Él nos revela su amor, sus palabras son
palabras de vida, son camino y verdad, y su Espíritu nos hace experimentar ese
amor, dándonos además la fortaleza que necesitamos para levantarnos y avanzar.
Es
posible que muchas veces te hayan hablado de Dios o hayas escuchado su palabra.
Es posible que la hayas leído muchas veces, incluso memorizado. Pero si hoy te
sientes sin esperanza, quiere decir que necesitas escuchar una vez más su
mensaje de amor. Oírlo con tus oídos y tu corazón, leerlo con tus ojos y los
ojos del alma. ¡No pases por alto la palabra que Dios te manda para darte
vida!
Hoy
es el momento en que Dios te dice, y yo te profetizó nuevamente: Huesos secos oíd la palabra de señor.
Pero oíd de verdad. ¡Abrid los oídos! Aunque estés seco, muerto, en pecado, hoy
te digo: oíd y viviréis.
He aquí que Dios va a hacer entrar su Espíritu en ti.
Una promesa, un compromiso.
La
promesa que Dios te hace hoy es una promesa real y eterna. Él quiere darte vida
nueva, Él quiere darte salvación. Pero para poder hacer efectiva esa promesa
debes estar dispuesto a dar un paso más: hacer
y cumplir su voluntad.
No
puedo mentirte, no es fácil, tú lo debes saber mejor que yo, porque esto que te
digo exige sacrificios, pero es la única forma de tener una vida nueva llena de
esperanza, no una vida llena de podredumbre en el cuerpo y el alma, sino una vida en plenitud, con tendones, tejidos
y Espíritu en abundancia. Debes comprometerte a cambiar de
verdad y caminar con el señor, dejando atrás los vicios y el pecado que no te
dejan vivir.
Dios
quiere darte esta vida eterna, la cual no es compatible con la vida light que
muchas veces queremos llevar, en la que podamos decidir hasta donde le damos a
Dios. Dios lo quiere todo. Dios lo
merece todo. Porque ya Él nos lo dio todo a nosotros y ahora nos corresponde persistir
en esa vida nueva.
Una
vez comiences a vivir esta vida llena de esperanza, esta vida nueva, no
significa que no volverás a caer. Es muy posible que lo hagas. Pero no debes
permanecer ahí, en el valle de los huesos secos, porque ya sabes cómo volver,
ya sabes que el camino es la oración, la palabra, la confesión, la eucaristía.
Es la intimidad con Dios.
Mi oración contigo.
Si llegaste hasta aquí tal vez te interese este video que publiqué en YouTube:
*Esta
entrada está inspirada en la enseñanza “Se ha desvanecido nuestra esperanza”,
dictada por Ingrid Johana Gutiérrez Gonzales, Secretaria Nacional de Jóvenes de
la RCC de Colombia, el 4 de enero de 2020 durante el XXXVIII Congreso Nacional
de Jóvenes. Tuluá – Valle del Cauca.



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