La evangelización es un proceso amplio y complejo, pero su esencia es sencilla, llevar el mensaje de Jesucristo para que muchos puedan abrirse a su amor y aceptar su Salvación. Esa es la actividad esencial tanto de Jesús como de la Iglesia. Ahora bien, en este proceso de comunicación del Evangelio, debemos tener claro a quiénes y de qué forma estamos anunciando. Ya que no es lo mismo hablarle de Jesús a un Católico de toda la vida, a un joven de grupos de oración, a un ateo o a alguien de otra religión. Es un principio básico de la COMUNICACIÓN estratégica: diseñar el mensaje de acuerdo a tu público.
¿Estás teniendo esto claro cuando hablas de Jesús en tu vida? ¿O simplemente estás embutiéndole el mismo mensaje de la misma forma a todo el mundo y condenando a todo el que no se convierte?
Básicamente, existen 2 etapas distintas en el proceso evangelizador: El Kerygma (primer anuncio de la buena noticia) y la Catequesis (enseñanza progresiva de la fe). Estas etapas, aunque mantienen profundas relaciones entre si, tienen lógicas y momentos distintos.
La catequesis supone el kerygma
Sin la plataforma del kerygma, todo lo que se edifique encima, ya sea catequesis, moral, teología y hasta cualquier tipo de compromiso social o apostólico, será como construir sobre arena. Ya lo dice la palabra:
Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia. (Salmo 127)
En términos más sencillos, si yo no le he presentado a una persona el amor de Dios para que esta lo pueda recibir en su vida, no voy a ganar nada tratando de imponerle preceptos y leyes difíciles de cumplir.
En ese sentido, es un gran error el que cometemos muchos, primero "catolizando" antes de "cristianizar". Es decir, se insiste primordialmente en enseñar y catequizar a los fieles (e incluso a los que no creen) con las verdades y devociones de la Iglesia Católica, en lugar de comunicarles primero la buena noticia de la Salvación de Jesús.
Para que la vida crezca, es necesario que antes haya nacido. No se puede crecer en la fe, si antes no se ha nacido en ella. Y esta es precisamente la finalidad del Kerygma: llevar a las personas a NACER DE NUEVO, tal como le decía Jesús a Nicodemo.
En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3, 5).
Esto hermanos míos no es ni un invento ni un capricho mío, ni lo estoy haciendo para contradecir a nadie, sino que lo vemos en la forma misma en la que Jesús actuaba y enseñaba. Miremos un ejemplo de esto en el pasaje de la resurrección de la hija de Jairo.
Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer (Marcos 5, 39-43).
Como vemos, Jesús primero le devuelve la vida y luego, entonces sí, se la entrega a sus padres (la comunidad) para que le dieran alimento. ¡No podemos poner el rico alimento de la doctrina junto a cadáveres que no tienen la vida de Jesús!
Pero para poder ser evangelizadores como lo fueron Pedro o Pablo, el primer paso tampoco es salir a anunciar a Jesús, sino, incluso antes que eso, debemos preguntarnos: ¿Yo mismo he recibido a Jesús en mi vida? ¿He aceptado su salvación? ¿Me siento amado por Dios? Para entonces sí, salir a anunciar todo eso que hemos visto y oido, que TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE ENTREGÓ A SU ÚNICO HIJO PARA QUE TODO AQUEL QUE CREA EN ÉL NO MUERA SINO QUE TENGA VIDA ETERNA.
Mi oración contigo.
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*Artículo inspirado en el capítulo "Kerygma y Catequesis" del libro "Cómo evangelizar a los bautizados" de José H. Prado Flores.



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