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¿Cómo escuchar mejor a Dios?

¿Alguna vez has escuchado frases como "Yo no escucho a Dios", "No sé cómo habla Jesús" o "Yo leo la biblia pero no entiendo nada"?.

Si este es tu caso, quiero decirte que muchos hemos sentido lo mismo, y es apenas entendible, dado que vivimos en un mundo que nos enseña a escuchar todas las voces excepto la de Dios. 

Hay muchas voces que debemos silenciar para escuchar a Dios
Para que mejores tu santa escucha y comprendas mejor la voz de Dios en el día a día y en la sagrada escritura, aquí te van algunos tips: 

1. Dios siempre quiere ser escuchado. 

Muchas veces creemos que Dios vive en un estado de silencio, que Dios solo observa sin decir nada con excepciones "místicas" en las cuales Dios decide hablar. Pero esto es una visión equivocada de la relación que Dios quiere tener con nosotros. 

¡Dios quiere ser escuchado!

Lo vemos desde el momento en que Dios habla con el pueblo de Israel, antes de darles los mandamientos les dice: Shemá Israel (del hebreo, שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, 'Escucha, Israel'). Es casi como una condición para vivir verdaderamente en su alianza, antes de cumplir sus mandamientos, debemos primero escucharlo, para conocer su corazón, para entender el amor que nos tiene. 

Por eso dice la Carta a los Romanos 10, 17. 

"Así, pues, la fe nace de una proclamación, y lo que se proclama es el mensaje cristiano".

Dios habla en todas partes, todo el tiempo, siempre tiene una palabra para los hombres. Siempre tiene una palabra para ti. 

Escuchar a Jesús

El primer paso para escuchar mejor a Dios es reconocer que él está ahí hablándote todo el tiempo, y decirle cada día en oración, que crees en él y que quieres escuchar lo que tiene para decirte. 

(Tal vez te interese leer: Dios vs. El Mundo: ¿Quién influencia tu vida?)

2. Dios quiere hablar, pero lo hace con su propia PEDAGOGÍA. 

Muchas veces queremos que Dios se acomode a nuestra forma pensar o sentir, queremos que Dios hable de formas espectaculares, que nos escriba un mensaje con letras rojas en la pared o que nos hable en profesía a través de un predicador. Y aunque estas cosas pueden pasar, lo cierto es que en el día a día Dios habla de una forma distinta. 

Miremos lo que le pasó al profeta Elias (1 Reyes 19,3-15), quien se encontraba en una cueva porque un ángel le había dicho que Dios pasaría por ahí:

"Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento.... Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto... Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego... Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: —Me consume mi amor por ti, Señor Dios Todopoderoso." 

Elias habla con Dios
Elias pensaba que Dios podía estar en el fuego, en el terremoto, pero ahí no estaba Dios. Estaba en el silencio. Para oir a Dios debemos aprender a hacer silencio, a serenarnos, a recogernos. Solo así podremos escucharlo. 

3. La escucha exige compromiso. 

Dios quiere entrar en relación con nosotros, el desciende del cielo para bajar a nuestro nivel, lo hizo en el génesis donde se agacha y toma barro para formarnos, lo vemos en el éxodo donde baja en forma de nube para cuidar a su pueblo, lo vemos en los evangelios con un Jesús que se hace hombre. 

Pero incluso a Dios hecho hombre en la persona de Jesús habia muchos que no lo entendían. 

Se cumplia en ellos esa palabra que dice: "Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente" (Mateo 13,15).

Para escuchar verdaderamente a Dios hay que comprometernos en una verdadera relación con él, a través de la oración, la contemplación, la lectura de la palabra, la vivencia de los sacramentos y, en general, la vivencia de la fe. 

Entre mayor sea la vivencia de tu fe, más facilmente escucharás la voz de Dios en tu dia a dia. 
Piensa en la relación de una madre con su bebé, él dice wawa y la madre entiende que tiene sed y desea tomar agua, pero también sabe en qué vaso lo quiere, y si el agua debe ser caliente, tibia, fria, con hielo o con unas gotitas de limón.

Madre e hijo
No es que la madre sea adivina, es que tiene una relación estrecha con su bebé y entiende más allá de las palabras. De la misma forma, si tenemos una relación estrecha con Dios, escucharemos toda la riqueza de lo que tiene para decirnos. 

4. La escucha de la palabra genera una vocación.

La palabra nos interpela, nos llama y genera fruto en nuestra vida. Así lo dice el profeta Isaías 55, 10-11:

"Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y haberla hecho germinar, para que dé la simiente para sembrar y el pan para comer, así será la palabra que salga de mi boca. No volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería, y haber llevado a cabo lo que le encargué".

Para escuchar y entender a Dios debemos estar dispuestos a actuar en consecuencia de la palabra que escuchamos, a responder a su voz. Ese llamado le da propósito a tu vida. Te conviertes en profeta, porque transmites la voluntad de Dios con tu propia vida. 

(Tal vez te interese leer: ¿Cómo me guía el Espíritu Santo?)

Oro a Dios para que nos permita escuchar y poner en práctica su palabra cada día de nuestras vidas. 

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Si llegaste hasta aquí te invito a ver el siguiente video de mi canal de YouTube:




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