Como algunos de ustedes saben, hace un mes estoy viviendo en Bogotá. Y aunque aún no sé si será por mucho tiempo o por poco, lo que sí se es que Dios me ha demostrado su amor de múltiples maneras. A veces pienso: Señor, no merezco tanto, pero él sigue recordándome que me ama.
¿Qué hacer cuando nos sentimos tan inmensamente agradecidos con Dios? De eso quiero hablarles, del AGRADECIMIENTO.
LA ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
Tal vez el tipo más común de oración que todos conocemos es la de acción de gracias, nos las enseñan desde pequeños, a dar gracias por la comida, por nuestra familia, por tener un techo, por los estudios.
Pero entre más crecemos, a veces se nos comienza a olvidar ser agradecidos. Tenemos problemas y oramos a Dios, pero cuando recibimos cosas buenas de él, se nos olvida darle gracias.
Hay un pasaje del evangelio de San Lucas (17, 11-19) en el que Jesús sana a 10 leprosos. Pero solo uno de ellos vuelve donde Jesús y "se postra a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias".
Las palabras de Jesús son poderosas:
"Levántate, vete; tu fe te ha salvado"
Cuando somos agradecidos estamos reconociendo que todo lo que tenemos viene de Dios, lo reconocemos como Señor y salvador, y él nos concede la vida eterna.
No nos conformemos, con la salud o los bienes que Dios nos da, aspiremos a la salvación, para eso seamos agradecidos con Dios. Porque como dice San Pablo (1 Corintios 4, 8): ¿Qué tenemos que no hayamos recibido de Dios?
CONVERSIÓN Y AGRADECIMIENTO
¿Qué pensarías de un joven que dice que está agradecido por todo lo que sus papás le han dado, pero no hace nada en la escuela, no colabora con nada en su hogar, trata mal a su mamá y daña las cosas que hay en la casa? Seguramente pensarias que lo de estar agradecido solo lo dice de dientes para fuera.
Con nosotros pasa algo parecido, le decimos que estamos inmensamente agradecidos con él, pero al mismo tiempo renegamos de nuestra vida, vivimos en pecado, no oramos, etc, etc, etc.
Si estamos verdaderamente agradecidos, debemos dirigir nuestra vista y nuestra vida a Dios, que como Padre quiere lo mejor para nosotros, quiere una vida en santidad y felicidad.
Así como el sirio Naamán (2 Reyes 5, 14-17), que siendo sanado por Dios de la lepra a través del profeta Eliseo dijo:
"Ahora reconozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel... Ya no ofreceré holocaustos ni sacrificios a otros dioses más que al Señor"
Otro ejemplo de esto es el de Zaqueo, un cobrador de impuestos que, habiendo recibido la salvación de Jesús, decide regresar 4 veces más de lo que se había robado o adquirido de forma ilícita. (Puedes conocer más de Zaqueo en el siguiente video:
Mi oración contigo.
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