Para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el propio trabajo, santificarse en su trabajo, y santificar a los demás con el trabajo.
¿Qué significan estas palabras? Veámoslo con más detenimiento:
- Santificar el trabajo es hacer santa la actividad de trabajar realizándola por amor a Dios. Como dice Colosenses 3,23: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.
- Santificarse en el trabajo es, en cierto modo, consecuencia del anterior. Quien procura santificar el trabajo, necesariamente se santifica. Pero no basta solo hacer el trabajo como para Dios, es necesario tener a Dios en el trabajo, dedicando espacios de oración y comunión con Dios. Cada uno debe de acuerdo a su rutina e intereses buscar los medios que lo acerquen a Dios, tal vez orar en tu hora de almuerzo, escuchar alabanzas en algunos momentos, organizar jornadas de oración con algún compañero, etc.
- Santificar con el trabajo se puede considerar como una consecuencia de los otros dos, pues al santificar su trabajo e identificarse ahí con Cristo, el cristiano necesariamente da fruto —santifica a los demás con su trabajo—, según las palabras del Señor: El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto.
Esto lo dice más bonito el mismo San Josemaría, por eso te invito a que inviertas unos minutos en ver el siguiente video, créeme que no te vas a arrepentir:
El video en sí es muy diciente, y no hay nada que yo pueda decir mejor que él, pero quiero hacer eco de unas de las frases que más me llegó al corazón:
Tú eres capaz de convertir la prosa de tu día en decasílabos, en poesía heroica. Si pones amor en tus días, cada día es distinto.
En ocasiones nuestro trabajo es repetitivo o aburrido, pero si lo hacemos con amor para Dios, podemos encontrar en él mucha belleza y satisfacción.
Si quieres leer más sobre la santificación del trabajo, te recomiendo este artículo de la web del Opus Dei: Trabajar bien, trabajar por amor (X): Santificar con el trabajo.
Mi oración contigo.
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